ANTIBIÓTICOS - Qué Son, Tipos, Resistencia e Indicaciones

ANTIBIÓTICOS - Qué Son, Tipos, Resistencia e Indicaciones

El advenimiento de los antibióticos a finales de la década de 1920 revolucionó la ciencia y trajo la medicina a la era moderna. Por primera vez fuimos capaces de combatir y vencer bacterias causantes de diversas infecciones, la principal causa de mortalidad en la época.

Los antibióticos son drogas que actúan contra infecciones bacterianas, no siendo efectivas contra infecciones de origen viral, parasitológico o fúngico. Para estos gérmenes, existen drogas específicas, denominadas antivirales, antiparasitarios y antifúngicos, respectivamente.

En este artículo vamos a hablar de las principales clases de antibióticos utilizados en la práctica médica. Vamos a explicar cómo funcionan los antibióticos, qué tipos de infecciones son tratadas por ellos, lo que significa resistencia al antibiótico y cuáles son los efectos colaterales más comunes.

¿Qué es un antibiótico?

Consideramos antibiótico toda la sustancia capaz de matar o inhibir el crecimiento de bacterias. Los antibióticos pueden ser bactericidas, cuando destruyen directamente las bacterias, o bacteriostáticos, cuando impiden la multiplicación de las mismas, facilitando el trabajo de nuestro sistema inmune en el control de la infección.

Para ser efectivo y tolerable, el antibiótico necesita ser una sustancia nociva para las bacterias, pero relativamente segura para nuestras células. Esto no significa que no pueda haber efectos secundarios, pero por definición, un antibiótico debe ser mucho más tóxico para gérmenes invasores que para el organismo invadido. De nada adelantaría matar bacterias que causan la neumonía si también estuviéramos matando las células del pulmón.

El primer antibiótico descubierto fue la penicilina, en 1928, por el bacteriologista inglés, Alexander Fleming. Su descubrimiento ocurrió por casualidad cuando sus placas de estudio con la bacteria estafilococos fueron accidentalmente contaminadas por un hongo del género penicillium. Fleming notó que alrededor de estos hongos no existían bacterias, lo que le llevó a descubrir la penicilina, una sustancia bactericida producida por estos seres.

Actualmente los antibióticos son sustancias sintéticas, producidas en laboratorios, muchos de ellos derivados de sustancias naturales como es el caso de la penicilina.

Atención: no confundir antibióticos con anti-inflamatorios. ¿QUÉ LA DIFERENCIA ENTRE ANTIBIÓTICOS Y ANTI-INFLAMATORIOS?

¿Cómo un antibiótico induce resistencia?

Uno de los mayores problemas de la medicina moderna es el uso indiscriminado de los antibióticos, lo que ha llevado al surgimiento de bacterias resistentes a los mismos. Cuando los primeros antibióticos empezaron a comercializarse, se tenía la idea de que las enfermedades infecciosas estaban con los días contados, y que era sólo cuestión de tiempo para estar libres de cualquier tipo de infección bacteriana. Sin embargo, según el uso de nuevos antibióticos se estaban volviendo más diseminados, las cepas resistentes de bacterias fueron surgiendo y multiplicándose, creándose así un ciclo vicioso que persiste hasta los días actuales. Cuanto más antibióticos creamos, más bacterias resistentes surgen.

Pero si el antibiótico mata a las bacterias, ¿cómo induce la creación de cepas resistentes? La resistencia a los antibióticos puede ser entendida a través de las leyes de la evolución y de la selección natural. Sigue el texto junto a la ilustración siguiente.

Vamos a imaginar una infección urinaria causada por la bacteria E.coli. Cuando hay una cistitis, estamos hablando de millones de bacterias atacando la vejiga. Estas bacterias son de la misma especie, pero no son exactamente iguales; no son clones. Cuando elegimos un antibiótico, optamos por aquel que es eficaz contra la mayoría de las bacterias presentes. No siempre el antibiótico mata el 100% de las bacterias. Lo que pasa es que si reducimos el número de bacterias al 5% o al 10%, la infección desaparece porque nuestro sistema inmune es capaz de controlar lo que ha quedado.

Sin embargo, muchas veces nuestro organismo no puede deshacerse completamente de estas bacterias, permitiendo que las mismas se reproduzcan y causen una nueva infección, ahora compuesta sólo por bacterias resistentes al antibiótico elegido inicialmente.

Este es un ejemplo simplificado de lo que ocurre en realidad. Generalmente son necesarios algunos cursos repetidos del mismo antibiótico, a lo largo de meses o años, para que surjan bacterias resistentes. Este proceso es nada más que la selección natural, donde los más fuertes sobreviven y pasan sus genes a sus descendientes.

Algunas especies de bacterias son propensas a crear resistencia, así como algunos antibióticos causan resistencia con más facilidad.

Algunos hechos, sin embargo, favorecen el surgimiento más rápido de cepas resistentes. El principal es la interrupción temprana del tratamiento. Si un antibiótico está prescrito por 10 días, es porque se sabe de antemano que este es el tiempo necesario para matar prácticamente todas las bacterias. Algunas bacterias más débiles mueren con 24 horas, otras necesitan 7 días. Si el tratamiento se interrumpe con 5 días, por ejemplo, las bacterias más resistentes, que necesitaban más tiempo de antibiótico, continuarán vivas y podrán multiplicarse, llevando ahora a una infección mucho más resistente.

Otro factor importante es el uso indiscriminado de antibióticos. Muchas de las infecciones que tenemos son causadas por bacterias que viven naturalmente en nuestro cuerpo, controladas por nuestro sistema inmune, sólo a la espera de una caída en las defensas para atacar. Si el paciente usa mucho antibiótico sin necesidad, como, por ejemplo, para tratar infecciones por virus, él estará previamente seleccionando las bacterias más resistentes, y, en el futuro, cuando haya una verdadera infección bacteriana, ésta será causada ya por bacterias resistentes.

¿Cómo saber qué antibiótico es el más eficaz?

A través de estudios previos conocemos por adelantado el perfil de cada especie de bacteria. Por ejemplo, sabemos que E.coli, bacteria que causa infección urinaria, suele ser sensible a los antibióticos Bactrim y Ciprofloxacino. Sin embargo, pacientes con cuadros de infección urinaria de repetición, con múltiples cursos de antibióticos, pueden tener E.coli resistentes a estos antibióticos. Además, no toda infección urinaria es causada por E.coli, pudiendo haber infecciones por bacterias con perfiles de sensibilidad completamente diferentes. ¿Cómo saber, entonces, específicamente para cada caso, qué bacteria es responsable de la infección y qué antibiótico es el más indicado?

La única manera de estar seguro del perfil de sensibilidad de una bacteria es a través del examen de cultivo, que puede ser un cultivo de sangre (hemocultura), de orina (urocultura), de heces (coprocultura), etc. En estos análisis, recogemos una pequeña cantidad de un fluido o secreción que imaginamos contener la bacteria infectante y colocamos en un medio propicio para el crecimiento de bacterias. De 48 a 72 horas después logramos identificar exactamente qué bacteria está presente y realizar varias pruebas con diversos antibióticos, buscando saber cuáles son eficaces y cuáles son ineficaces. Esta prueba se denomina antibiograma. Todo examen de cultivo presenta en su resultado, el nombre de la bacteria identificada y una pequeña lista de antibióticos resistentes y sensibles, para que su médico pueda elegir cuál es la mejor opción.

Cuando el paciente se encuentra grave y no puede esperar 72 horas para iniciar el antibiótico, optamos inicialmente por antibióticos fuertes y que cubren un amplio espectro de bacterias, cambiándolo, después de los resultados de los cultivos, por el antibiótico más específico indicado por el antibiótico más específico antibiograma.

¿Qué tipo de infecciones se tratan con antibióticos?

Cualquier infección bacteriana puede y debe ser tratada con antibióticos. Las infecciones por virus no mejoran con los antibióticos y, por lo tanto, no deben tratarse con los mismos.

- Infecciones con virus deben ser tratadas con antivirales (cuando sea necesario).
- Infecciones por hongos deben ser tratadas con antifúngicos.
- Infecciones por parásitos deben ser tratadas con antiparasitarios.
- Infecciones por bacterias deben ser tratadas con antibióticos.

En el MD.Salud ya abordamos diversas infecciones bacterianas que deben ser tratadas con antibióticos, entre ellas:

- Tuberculosis.
- Neumonía.
- Amigdalitis.
- Infección urinaria.
- Gonorrea.
- Sífilis.
- Meningitis.
- Sinusitis.
- Erisipela.
- Infección por H.pylori.
- Endocarditis infecciosa.
- Lepra.

Efectos colaterales de los antibióticos

El efecto secundario más común son las náuseas y la diarrea. Algunos pacientes son alérgicos a ciertas clases de antibióticos, siendo las más comunes, penicilinas y sulfas.

Las embarazadas deben tener mucho cuidado con los antibióticos, ya que algunas clases están asociadas a malformaciones. Las penicilinas y cefalosporinas son las más seguras. Nunca tome antibióticos sin autorización explícita de su obstetra.

Muchos antibióticos se eliminan por los riñones, por lo que pueden llegar a ser tóxicos en pacientes con insuficiencia renal, ya que su eliminación se ve afectada. En estos casos, a menudo se hace necesario un ajuste de la dosis para evitar un exceso de antibióticos en el torrente sanguíneo.

Dosis y tiempo de tratamiento

El tiempo de tratamiento y la dosis dependen de dos factores: tiempo de circulación de la droga en la sangre y perfil de resistencia de la bacteria. Una misma infección puede ser tratada por diferentes tiempos dependiendo del antibiótico prescrito.

Por ejemplo, una faringitis puede tratarse con:

  • Una dosis intramuscular única de penicilina benzatina.
  • 3 días de Azitromicina 1 comprimido al día.
  • 10 días de Amoxicilina 1 comprimido de 8 / 8h.

Algunas infecciones son fácilmente tratadas con cortos cursos de un único antibiótico, como gonorrea, clamidia o cistitis. Otras, como la tuberculosis, necesitan 3 antibióticos y un tratamiento de al menos 6 meses para ser curados.

En las infecciones más blandas, la elección del antibiótico es empírica, basada en el conocimiento previo de sensibilidad. En los casos más graves o en las infecciones que no responden inicialmente a los antibióticos prescritos, un cultivo de material apropiado debe ser hecho para mejor guiar la elección del antibiótico.

Antibióticos más utilizados en la práctica clínica

a) Las penicilinas - La penicilina fue el primer antibiótico desarrollado y llevado a varios otros estructuralmente similares. Los principales antibióticos derivados de la penicilina son:

La amoxicilina.
Ampicilina.
Azlocilina.
Carbenicilina.
Cloxacilina.
Mezlocillin.
Nafcilina.
Penicilina.
Piperacilina.
Ticarcilina.

La penicilina en sí es actualmente poco usada, pues la mayoría de las bacterias ya son resistentes a la misma. Sin embargo, la penicilina todavía está indicada para sífilis, amigdalitis y erisipela.

Es importante señalar que a pesar de ser todas de la familia de la penicilina, el espectro de acción entre cada una es muy diferente, siendo la piperacilina, por ejemplo, usada en infecciones hospitalarias, mientras que la amoxicilina es generalmente indicada para infecciones simples de las vías aéreas.

Leer también: ALERGIA A PENICILINA

b) Las cefalosporinas - cefalosporinas surgió poco después de la penicilina y el mecanismo actual de acción muy similares a estos. Ejemplos:

Cefaclor.
Cefadroxilo.
Cefazolina.
Cefixima.
Cefoperazona.
Cefotaxima.
Cefotetán.
Cefoxitina.
Ceftazidima.
Ceftriaxona.
Cefuroxima.
Cefalexina.
Cefalotina.
Loracarbef.

Así, con las penicilinas, las diferentes cefalosporinas presentan un espectro de acción muy variable, también pudiendo ser usadas para desde infecciones graves, como meningitis, hasta simples heridas de piel.

c) Las quinolonas - quinolonas se usan para tratar muchas infecciones bacterianas procedentes del intestino enfermedad, incluyendo, infecciones del tracto urinario y diarrea. Las nuevas quinolonas también son eficaces para las neumonías.

Ciprofloxacina.
Enoxacina.
Levofloxacino.
Lomefloxacina.
Moxifloxacina.
Norfloxacina.
Ofloxacina.

d) Los aminoglucósidos - Antibióticos aminoglucósidos se utilizan en la gran mayoría de los casos sólo el modo en el hospital, se administran por vía intravenosa. Se indican para infecciones graves. Hay algunas formulaciones para uso tópico o como colirio.

Amikacina.
Gentamicina.
Kanamicina.
Neomicina.
Estreptomicina.
Tobramicina.

e) macrólidos - Los macrólidos se utilizan comúnmente para infecciones del tracto respiratorio, a menudo en asociación con una penicilina o cefalosporina, para el acné, clamidia, o en muchos casos, como un sustituto de la penicilina - pacientes alérgicos.

Azitromicina.
Claritromicina.
Eritromicina.

f) Tetraciclina - Las tetraciclinas se utilizan actualmente para el tratamiento del acné, el cólera, algunas enfermedades de transmisión sexual, y leptospirosis.

Doxiciclina.
Minociclina.
Tetraciclinas.

g) Otros grupos

Aztreonam.
Clindamicina.
Etambutol.
Fosfomicina.
Imipenem.
Isoniazida.
Meropenem.
Metronidazol.
Nitrofurantoína.
Pirazinamida.
Rifampicina.
Trimetoprim-sulfametoxazol.


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