Practica la amabilidad: una manera maravillosa de cuidar tu cerebro

Practica la amabilidad: una manera maravillosa de cuidar tu cerebro

Practicar la bondad en la vida cotidiana no es solo una forma de crear los ambientes más respetuosos y sensibles posibles.

Todo acto de reciprocidad y dirigido exclusivamente hacia lo bueno tiene un efecto en nuestra salud mental.

Ahora sabemos que más de uno pensará que "sembrar" lo bueno no siempre nos ayuda a "cosechar" respeto.

Sin embargo, aunque hemos experimentado más de una traición y una decepción, hay algo muy claro: vivimos mucho mejor si mantenemos esta armonía entre lo que sentimos y lo que hacemos.

Aunque nos sorprende, nuestro cerebro está genéticamente programado para hacer lo mismo. Bueno,

Sin embargo, todos los días, son los celos o el resentimiento los que tienen más peso en las tendencias biológicas.

¡Te invitamos a explorar este apasionante tema!

Nuestros cerebros entienden esa bondad es importante

Jerome Kagan es un famoso profesor de la Universidad de Harvard, un especialista en la "psicología de la bondad".

  • Según él, la humanidad está genéticamente programada para hacer el bien. Para decirlo de otra manera, venimos al mundo con un "programa" establecido para practicar la bondad.
  • Sin embargo, esto no ocurre todas las veces, y la experiencia lo demuestra a lo largo de nuestra historia. ¿Por qué entonces?

Si nuestro cerebro entiende que es necesario actuar con compasión y respeto ... ¿por qué hay personas que no pueden entenderlo y hacer lo contrario?

Lo haremos Explíquelo en el resto de este artículo.

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La bondad nos permite sobrevivir como especie

  • Charles Darwin afirmó en su día, la misma tesis que el profesor Jerome Kagan. El cerebro humano está programado para practicar la bondad porque garantiza la supervivencia de la especie.
  • Además, los actos de bondad nos permiten comprender que tenemos muchas más opciones de supervivencia si dependemos de un grupo de apoyo en lugar de si estamos solos
  • Somos empáticos porque somos capaces de identificar las necesidades de esta manera, facilitamos la ayuda y garantizamos la supervivencia del grupo.

Por qué los actos virtuosos n ¿No abundan tanto como deberían?

Es sorprendente saber que, aunque genéticamente estamos programados para hacer el bien, nuestro comportamiento hasta hoy nos ha animado a arriesgar el equilibrio de nuestro planeta.

Guerras, contaminación ambiental, desigualdades sociales, impedimentos en derechos humanos ... ¿Por qué lo hacemos?

  • David Keltner es profesor en la Universidad de Berkeley (Estados Unidos) y director del Centro de Investigación en los Estados Unidos. Bont
  • De acuerdo con lo que explica, la forma en que se construyen nuestras sociedades nos alienta más al individualismo que a la conciencia de grupo.
  • Cuando comenzamos a pensar en términos de nuestros propios intereses, nuestro El equilibrio biológico se inclina entonces hacia la envidia, la ira, la violencia y la competencia. Nunca a la bondad.
  • La bondad y el deseo de promover el bien son útiles si queremos obtener más riqueza y reconocimiento social.

Por supuesto, resulta un poco sin esperanza.

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Practicar la bondad cuida de nuestro cerebro

Dimensiones psicológicas como el resentimiento, la envidia o el estrés de la competencia continua afectan nuestra salud física y emocional.

  • Todos hemos sido arrastrados por excesos personales en algún momento de nuestras vidas.
  • Poco a poco, nos hemos dado cuenta de que actuar o sentir de esta manera no es bueno porque nos aleja de nuestras esencias, de nuestras raíces.

Podríamos decir que nuestro cerebro sabe muy bien que estas tendencias biológicas hacia los actos negativos nos impiden conectarnos con los demás y nos llevan a una soledad desesperada y desagradable.

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Practicar la bondad tiene un efecto positivo en nuestro equilibrio interno, y nos trae paz y bienestar.

  • No importa que los demás no se den cuenta de los pequeños actos de bondad que cultivamos todos los días.
  • Nosotros Sabemos y eso es suficiente para nosotros porque nos permite estar en armonía, sabiendo lo que es bueno. Y esta armonía interna nos da una música que nos agrada y nos satisface.
  • La bondad y la compasión iluminan estructuras cerebrales tan poderosas como el sistema límbico.
  • Una persona compasiva es más intuitiva, más receptiva y más consciente de todo lo que lo rodea.

Incluso si en nuestros contextos no vemos acciones llenas de respeto y bondad genuina, no debe hacernos cojear, y mucho menos imitar eso de dejar ir. General

Ya sea que lo creas o no, la bondad es contagiosa

No lo olvides ya que este puede ser el mejor ejemplo para tus hijos, el mejor modelo para amigos y seres queridos.

Los actos pequeños hacen mucho, y si todos encienden los motores de la bondad diaria, obtendremos resultados excelentes a largo plazo.


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