¿ANEMIA PUEDE VIRAR LEUCEMIA?

¿ANEMIA PUEDE VIRAR LEUCEMIA?

La anemia y la leucemia son dos entidades completamente diferentes, pero que pueden aparecer en conjunto en determinados pacientes. Tal vez por eso sea muy frecuente la duda sobre la posibilidad de que una anemia se convierta en leucemia, si no se trata adecuadamente.

Pero, después de todo, la anemia puede convertirse en leucemia?

La respuesta es simple: no, la anemia no se vuelve leucemia. Incluso si la anemia no se trata adecuadamente, no hay riesgo de que se produzca leucemia ni a corto ni a largo plazo.

El inverso, sin embargo, puede ocurrir. Los pacientes con leucemia no sólo pueden, como a menudo desarrollan un cuadro de anemia.

Por lo tanto, la asociación entre anemia y leucemia es bastante común, pero la primera no provoca la segunda.

Vamos a explicar lo son la anemia, los hematíes, los leucocitos y la leucemia para que usted entienda un poco mejor la relación entre las dos situaciones.

¿Qué es la anemia?

La anemia es el nombre que damos cuando hay reducción en la cantidad de hematíes en la circulación sanguínea.

La hematía, también llamada eritrocito o glóbulo rojo, es el tipo de célula más abundante en nuestro organismo. Sólo para tener una idea, en adultos sanos, podemos encontrar cerca de 5 millones de glóbulos rojos en sólo 1 mililitro de sangre o 250 mil de esas células en una sola gota.

La hemanza es la célula responsable del transporte oxígeno por la sangre. Ella capta las moléculas de oxígeno que están en los alvéolos de los pulmones y las lleva a todos los tejidos del cuerpo.

Como sabemos, el oxígeno es esencial para la producción de energía por las células. La reducción en el número de glóbulos rojos provoca una disminución en la capacidad del organismo de llevar oxígeno a sus células, por lo que el cansancio y la debilidad son síntomas típicos de la anemia.

Los hematíes se producen de forma continua en la médula ósea y tienen una vida media de 120 días. Conforme se quedan viejas, ellas van siendo destruidas en el bazo, y nuevas hematíes producidas en la médula ósea son lanzadas en el torrente sanguíneo. La cantidad de glóbulos rojos producidos y destruidos es más o menos igual, de modo que la cantidad de hematíes circulantes en la sangre se mantenga siempre estable.

La anemia surge cuando este balance se rompe, o sea, o la producción de glóbulos rojos nuevos se encuentra reducida o la destrucción de los hematíes es más elevada que la capacidad del organismo para reponerla. En general, tres situaciones son responsables de este desbalance:

1. La médula ósea está enferma y con poca capacidad para generar hematíes nuevos.
2. Alguna enfermedad está provocando la destrucción precoz de los hematíes circulantes en la sangre, antes de los 120 días habituales de vida.
3. El paciente está perdiendo hematíes de forma rápida debido al sangrado en algún punto del cuerpo.

¿Qué es la leucemia?

La leucemia es un tipo de cáncer de la sangre provocado por la producción exagerada de leucocitos.

La hematía no es el único tipo de célula presente en la sangre. Los leucocitos, también llamados glóbulos blancos, son otro tipo de célula sanguínea. Así como los hematíes, los leucocitos también se producen en la médula ósea.

Su función, sin embargo, es completamente diferente. Los leucocitos pertenecen al sistema inmunológico y son uno de los principales responsables del combate a los gérmenes invasores del organismo.

Existen básicamente 5 tipos de leucocitos, a saber: neutrófilos, linfocitos, eosinófilos, basófilos y monocitos.

En situaciones normales, tenemos entre 5 y 10 mil leucocitos por cada mililitro de sangre (mucho menos que el número de hematíes). En casos de infección, el cuerpo puede comenzar a producir más leucocitos como una forma de aumentar nuestras células de defensa contra el germen invasor. A este proceso se le da el nombre de leucocitosis.

En los casos de leucemia, la médula ósea está enferma y pasa a producir leucocitos defectuosos y de forma descontrolada, provocando también una leucocitosis. Sin embargo, mientras que en la leucocitosis provocada por infecciones bacterianas el número de leucocitos suele quedar alrededor de 20 mil por ml, en la leucocitosis de la leucemia ese número a menudo sobrepasa los 50 mil por mililitro.

¿Cuál es la relación entre anemia y leucemia?

Mientras que la leucemia es una enfermedad propiamente dicha, la anemia es un signo de enfermedad, que puede ocurrir en varias situaciones, incluyendo la propia leucemia.

Los leucocitos malignos producidos excesivamente en la leucemia suelen acumularse dentro de la médula ósea, ocupando espacio que antes era reservado para la producción de otras células de la sangre, como las hematíes, por ejemplo.

Con el paso del tiempo, la infiltración y la destrucción de la médula por los leucocitos enfermos comienza a impedir la producción de nuevos hematíes, haciendo que el paciente desarrolle anemia, es decir, niveles inadecuados de glóbulos rojos en la sangre.

La anemia por otro lado posee diversas causas, que van desde sangrados, pasando por enfermedades genéticas, hasta intoxicaciones o infecciones que atacan directamente la médula ósea.

La anemia en sí, sin embargo, nada tiene que ver con la producción de los leucocitos. El paciente con anemia, aunque de forma crónica, no se encuentra bajo mayor riesgo de desarrollar leucemia. Hay varios motivos para tratar una anemia, pero la prevención de la leucemia no es uno de ellos.

Concluyendo, la leucemia puede y suele provocar anemia, pero la anemia no causa leucemia en hipótesis alguna. Incluso las anemias que duran años no presentan riesgo de convertirse en leucemia.


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